martes, 8 de diciembre de 2015

Sirios hacia Europa


Hafez Al-Asad guió Siria por 30 años, modernizando el país a costa de una brutal represión. Cuando murió en 2000, su hijo Bashar Al-Asad, fue elegido mediante un referéndum para la presidencia. Al principio dio señales de ser diferente no actuando una fuerte represión, pero a la primera señal de disidencia restringió la libertad de expresión y cerró la economía. Después de 12 años de represión, miles de personas se echaron a la calle siguiendo el ejemplo de lo que pasó en Egipto y en Túnez. El ejército disparó contra los manifestantes: ya no había posibilidad de una resolución pacífica. Aparecieron así los primeros grupos de rebeldes armados. La guerra entre rebeldes y gobierno empezó y más de 160.000 personas murieron,  de las cuales 40.000 eran civiles, 45.000 soldados del ejército oficial y 21.000 eran rebeldes. Este conflicto duró muchos años, y sigue todavía,  porque los grupos rebeldes estaban mal armados, desunidos y asesinaban a civiles en nombre de la revolución, así no consiguieron derrotar al gobierno, el cual estaba apoyado por Irán y Rusia.
Claramente con una situación de este tipo el número de personas que huye de Siria está creciendo cada día. Huyen porque es peligroso quedarse allí: las casas son destruidas, escuelas y hospitales atacados, los bombardeos estàn al orden del día y los niños son los que sufren más, creciendo traumatizados y aprendiendo los diferentes tipos de armas además de aprender a leer y a escribir: una verdadera tragedia humanitaria.
“Si nos hubiéramos quedado en Siria ahora estaríamos muertos” eso es lo que dice quien huye a Europa. Huyen porque no quedan más remedios, porque quieren una vida normal y feliz como la que tenían antes del conflicto.

¿Cómo huyen?

La ruta más percorrida en el 2015 por los refugiados sirios empieza en Turquía, desde aquí suben en un bote de goma repleto de gente y, si no se hunde, llegan a las islas de Grecia. Desde aquí cogen un tren que los lleva a Salónica, un viaje que dura 6 horas y cuesta 40 euros y pico. Ahora tienen que cruzar a pie 100 km de noche y esperar que los policías macedonios los dejen entrar sin pegarles con los garrotes. Siguen de Macedonia a Serbia donde tienen que saltar el muro de metal que mide 4 metros que divide Serbia de Hungría, teniendo cuidado de no caer en las manos de los policías húngaros, porque, según el Acuerdo de Schengen, los refugiados tienen que quedarse en el primer país que los identifica. La mayoría de los refugiados no quieren quedarse en Hungría, en Serbia o en Croacia, quieren ir a Alemania, Austria, Suecia y Holanda, donde esperan reconciliarse con familiares y amigos que ya están viviendo allí.
En estas situaciones hay quien se aprovecha de los más desesperados: así nace el contrabando de personas. “Los traficantes de personas son criminales” dijo Mikl-Leitner, una política austríaca, comentando sobre el desastre que vio la muerte de 71 personas asfixiadas en un camión frigorífico mientras intentaban llegar de manera ilegal a Austria. Según los datos de Frontex, para atravesar el Mar Egeo desde Turquía hasta Grecia se gasta de media 600 euros por persona (con descuentos para los niños), o hasta 2000 euros desde Libia a Italia; sin embargo, esta ruta es ahora menos utilizada porque es mucho más peligrosa.
Los riesgos de esta travesía son bastante importantes: simplemente el cansancio, el calor y el hambre actúan como obstáculos adicionales. Los barcos que transportan a los sirios desde Turquía hasta Grecia a menudo están pilotados por personas que no tienen ninguna experiencia como marineros, y  aún más peligroso es el viaje en barco de Libia a Italia donde está prohibido ponerse el cinturón de salvavidas por problemas de espacio. También la travesía a pie comporta peligros, de hecho los sirios suelen seguir la vía férrea de los trenes para orientarse pero a veces, como pasó a 14 migrantes de Somalia y Afganistán, el tren los atropella y no hay nada que hacer.
Los países europeos de otra parte sufren estas masivas olas migratorias que no saben cómo gestionar y se han echado la culpa unos a otros por demasiado tiempo. Ahora hay que ayudar.



Fuentes:

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