domingo, 8 de febrero de 2015

"Giuanni y los raviolis"

Cuando yo era pequeña, antes de ir a dormir o cuando afuera llovía, mi abuela me contaba un cuento en sardo muy antiguo que aprendió cuando era pequeña. Es el cuento de “Giuanni e is cruxionis” (Giuanni y los raviolis).

“Giuanni era el tonto de un pequeño pueblo en el centro de Cerdeña.
Un día, su madre le pidió que llevara los raviolis a su hermano para el almuerzo. Giuanni se encaminó hacia la casa de su hermano que estaba poco distante del pueblo. Mientras caminaba se asustó mucho de su propia sombra y para librarse de ella poco a poco le dio todos los raviolis y cuando llegó a casa de su hermano estaban ya terminados. Por lo tanto su hermano fue al pueblo para comer algo, dejando a Giuanni la tarea de vigilar las cabras y darles de comer.
Giuanni subió encima del peral haciendo caer las peras para las cabras. Él dijo a las cabras que guardaran al menos una pera en sus cuernos si no él las habría matado. Al final solo una cabra tenía una pera en su cuerno. Giuanni mató todas las cabras excepto una. Cuando el hermano volvió a casa vio todas las cabras muertas y ya que ellos tenían miedo del padre, huyeron. Llegaron a casa de una señora; ella tenía que hacer compras y dejó a Giuanni en casa para controlar las ollas en el fuego y cuidar al niño.
De repente el niño empezó a llorar y Giuanni lo puso en la olla con el caldo de carne. 
Cuando la señora y el hermano volvieron preguntaron donde estaba el niño y Giuanni inventó un montón de excusas y mientras la mujer buscaba a su hijo los dos hermanos huyeron de nuevo.  
Huyendo Giuanni por la prisa despegó la puerta de entrada de la casa y los dos (y la puerta) se refugiaron encima de un àrbol. Al mismo tiempo debajo del mismo àrbol se escondieron dos bandidos para contar un botín que habían robado.
Giuanni y su hermano guardaron silencio para no ser descubiertos, Giuanni sin embargo tenía que mear y meó poco a poco simulando la lluvia de modo que no molestara mucho a los bandidos, pero cuando empezó a dolerle su brazos él dejó caer la puerta asustando a los ladrones que corrieron como el gato por ascuas dejando todo el botín debajo del árbol. Los dos hermanos cogieron el tesoro y se fueron al campanil de la iglesia para contar y repartirse el dinero. Por lo tanto mientras Giuanni se quedó allí a contar, su hermano fue a buscar una oveja para comerla.
Giuanni estaba contando: 
“ Uno a mí, uno a tí, uno a mí, uno a tí …” y cuando el sacristán subió las escaleras para tocar las campanas se asustó porque creía que había espíritus malignos. 
Apenas llegó, el sacerdote hizo los conjuros pero Giuanni lo confundió por su hermano y dijo: “Finalmente has llegado te estaba esperando”.
El sacerdote se aterrorizó y corriendo cayó por las escaleras rompiéndose una pierna. En aquel momento volvió el hermano con la oveja y el sacerdote dolorido gritó creyendo que la oveja fuera un sacrificio para el demonio.En poco tiempo los dos hermanos huyeron y con el botín se compraron unas cabras así que su padre no se enfadara.”    

Este cuento me gustaba mucho cuando era pequeña y me ayudaba a dormir. Ahora pero me doy cuenta del facto que es un poco macabro y poco apto a una niña.


Fuentes: Mi abuela